Un Sueño
Subes dos pisos, das una vuelta a la izquierda y otra a la derecha. Observas
todos los anaqueles en donde están los libros en estricto órden, ves el
que necesitas y lo tomas. Regresas al escritorio y lees. Te han pedido un trabajo
ordenado, bajo las normas estrictas del MLA, entre veinte y veinticinco páginas.
Ya conoces prácticamente toda la biblioteca. Has usado el catálogo,
las computadoras, los diccionarios y los baños. En el escritorio reposan
cincuenta y dos libros, veinte artículos, tres libretas cuatro
bolígrafos y tu cabeza. Te has quedado dormido. Pero no ha sido porque los que
leías era aburrido, sino por que estas mortalmente cansado. ¿Recuerdas?
Leías sobre brujas. Si, ya. Brujas, el Sabbat, espejos ... recuerdas los nombres
de Michelet, Henry, James, Carlos Fuentes, Gloria Durán, Aura, Consuelo, Elphias
Leví, Gloria Trevi y palabras como sexo, muerte, realidad, magia, amor, odio,
satanismo, ciencia, ocultismo y otras más.
Miras a tu alrededor. Luego de haberte ocultado por creerte descubierto, tratas de verla,
pero yá no está. Desapareció. Hace unos segundos, antes de que te
ocultaras, estaba allí. Era jóven, tendría algunos veintidos añs,
tení el pelo largo hasta la mitad de la espalda y estaba desnuda. Balbuceó
unas palabras que no comprendiste, untó su cuerpo voluptuoso con una substancia
aceitosa que preparó. Recordarás la forma en que lo hizo, es más,
te exitó la manera en que lo hizo. Lenta y pausadamente fué cubriendo
primero su cara, luego sus senos, y por último sus piernas largas y bien formadas
hasta llegar a sus pies. No dejo´ parte en su cuerpo que no cubriera con ese aceite.
Antes de perderla de vista, le escuchaste decir unas palabras, un conjuro. Has estado espiándola
por algu´n tiempo. No es como la pintaban en los cuentos de niños, no tiene
una verruga en la nariz, no es espantosa. Esta mujer conoce las plantas y sus propiedades,
esta mujer parece tener los secetos de la vida, y tambié los de la muerte. Pero ya no
está, y decides averiguar que sucedió y como.
Sientes que te tocan la espalda. Es Danny, siempre puntual. Lo llamaste hace media hora y
aparece para despertarte de tu sueño de bello durmiente (pos supuesto, no con el beso) y
preguntando como siempre: "¿¿qué quieres??" Es masivo, gigantesco, pesa alrededor
de cuatrocientas ochenta libras y es esférico. Lo invitas a comer, aunque sabes que luego de
verlo comer te sorprenderás de como alguien puede comer tanto. Entran y tú pides lo
de siempre, un "combo" de esa hamburguesa que tanto te gusta. Danny comienza su orden: un servicio
de chili, dos de papas, cuatro hamburguesas pequeñas, una soda grande y un helado de esos de
chocolate. La cajera se sorprende. Se sientan, tu devoras tu comida rápido, pero tranquilo.
Danny comienza su ritual: se come una de las hambuguesas, devora las papas y le pone el sorbeto al
refresco. Mientras observas esa masacre culinaria, piensas en el trabajo. Tienes dos días más
para hacerlo y te queda el exámen de Cálculo. Ay... la vida del estudiante, es como vivir
muerto! Estudias para ser, como dicen, un cadáver culto. No dejas de pensar en el último
artículo que leiste; las plantas y las brujas. Conocían los afrodisíacos, narcóticos,
estimulantes, depresivos y así, claro que no le conocían estos nomres. Por fin despueés de una
larga espera, Danny termina. Regresas y comienzas a estudiar. Lees "El poder de la magia". Solo 5
páginas más.
Exploras la cueva húmeda en la que penetraste hace tal vez dos horas. Tomas el frasco con el
aceite. Te desnudas. Posiblemente sea que falta algo. Dices lo que te acuerdas de las palabras que
conjuró la bruja y nada sucede. Te sientes extraño, ves todo de un hermoso color verde. Por fin
encuentras el libro que crees te dará la respuesta. Es un libro viejo y cerrado, con una gema roja
en el broche y unos sellos extraños en la cubierta de cuero. Está lleno de palabras
en un idioma que no comprendes. Antes de arrepentirte, saltas unas páginas y allí está. Empiezas
a comprenderlo todo y el enoquiano es como tu lengua materna. Te paras en el círculo blanco
del piso, te colocas en el mismo centro y dices el conjuro que leiste del libro. Sientes que te
elevas. Si, te elevas, y viajas a un lugar que no sabes.
Despiertas, o mejor dicho, te despiuertan. Ya cierran la biblioteca. Recojes tus libros y
te vas a tu casa.
Llegaste a un ugar que no conoces. No puedes creer lo que ves. Miles copulan unos con
otros, otros danzan tomados de la mano en círculo, fuego, bestias aladas, faunos... En el centro
hay una bestia, la Gran Bestia. Tiene cabeza de macho cabrío, lo rodea un círculo de luz.
Sus alas son hermosas como las de un ángel, blancas y sin manchas. apagas el televisor y te
duermes; sueñas con una mujer blanca, esbelta, delicada, del pelo negro largo hasta las caderas,
está vestida con un traje cuyo color es idéntico al de sus ojos, unos ojos verdes como las algas,
verdes como la hierba, verdes. Unos ojos que anuncian muerte. La bestia tiene pechos grandes
de hembra, en su panza un ojo, tiene cuerpo de hombre y está sentada en un gran trono de piedra.
A su lado hay dos pirámides vueltas al revés y en su mano tiene un corazón que sangra
a chorros y todavía late. Es hermoso. Nunca habís visto algo así. Alguien te toma del
brazo y te hala hacia sí. Te besa y tu le contestas el beso como en un trance y comprendes. Estas
en el suelo con ella, con la bruja. Acaricias ese cuerpo embadurnado de aceite, igual que el tuyo.
Después de amarte te lleva a un altar de piedra y te coloca sobre é. Mira
la bestia, dice unas palabras al viento y toma el cuchillo en las manos. Cierras tus ojos y sueñas
que éstas en un escritorio, que escribes y lees, que lees y escribes. Sueñas que te vas y que
sueñas, sueñas con ella, vestida de verde, sueñas con nada y ya no sueñas más.